Alien Nation (1988) es una película que, aunque se presenta como una mezcla de ciencia ficción y policíaco, se queda a medio camino de aprovechar todo su potencial. La premisa es atractiva: extraterrestres que llegan a la Tierra como refugiados, forzados a vivir entre los humanos y enfrentándose a las tensiones raciales y sociales. Es una propuesta que podría haber dado mucho más, especialmente en un contexto de mediados de los 80, donde los temas de integración y discriminación eran, y siguen siendo, muy relevantes.
Sin embargo, la película no profundiza lo suficiente en sus propios temas. Aunque toca temas interesantes como la xenofobia, la gentrificación y la discriminación social, no se arriesga a explorarlos con la profundidad que merecen. La trama se centra demasiado en la dinámica entre los dos protagonistas, un policía humano racista (interpretado por James Caan) y su compañero extraterrestre (Mandy Patinkin), una relación que, aunque en principio tensa y llena de conflictos, evoluciona hacia un entendimiento mutuo. Esta evolución es interesante, pero se resuelve de manera algo predecible y superficial.
El guion parece tomar un camino cómodo en lugar de sumergirse en lo complejo. A pesar de los elementos originales de la historia, la película no se arriesga lo suficiente con el desarrollo de sus personajes ni con las implicaciones sociales y políticas de la integración alienígena. El final es, por tanto, un tanto decepcionante, demasiado fácil y sin la espectacularidad o la resolución que la trama necesitaba.
Las actuaciones son correctas, aunque James Caan ofrece una interpretación algo plana, y Patinkin logra algo más, especialmente al crear una figura alienígena que refleja la tensión cultural. Por otro lado, Terence Stamp está desaprovechado como villano. En cuanto al aspecto técnico, la película está bien hecha, pero no tiene la ambición visual o narrativa de otras producciones de la época.
En resumen, Alien Nation tiene una gran premisa, pero no se atreve a profundizar lo suficiente en los temas que toca. A pesar de su enfoque ligero y la simpatía de sus personajes, la película se siente más como un producto de serie B que una obra con el potencial de dejar una huella duradera. Es entretenida, pero en última instancia, no alcanza a ser tan impactante como podría haber sido. Le doy un 6, porque tiene buenos momentos, pero no logra explotar todo su potencial.
Dallas Buyers Club (2013) – Un relato real con actuaciones memorables
Jean-Marc Vallée nos presenta en Dallas Buyers Club una historia basada en hechos reales que, sin caer en el sentimentalismo fácil, retrata la lucha de un hombre contra el sistema en una batalla por la supervivencia. La película sigue a Ron Woodroof (Matthew McConaughey), un cowboy texano que, tras ser diagnosticado con SIDA en los años 80, desafía a la industria farmacéutica y a las instituciones sanitarias buscando alternativas para tratar su enfermedad.
Uno de los puntos más destacados del film es su crudeza narrativa. Vallée no dulcifica la historia ni busca la lágrima fácil, sino que nos muestra la evolución de su protagonista con una puesta en escena sencilla pero efectiva. Sin embargo, lo que realmente eleva la película son sus interpretaciones.
Matthew McConaughey ofrece una de las mejores actuaciones de su carrera, transformándose por completo tanto física como emocionalmente. Sin embargo, quien realmente brilla es Jared Leto en el papel de Rayon, un personaje frágil pero lleno de vida que logra conmover sin caer en la caricatura. Su interpretación es impresionante y le da al film una capa extra de profundidad emocional.
A nivel de guion, la película cumple con solidez, aunque en algunos momentos parece más centrada en su mensaje que en desarrollar completamente la trama. La crítica al sistema sanitario y a la burocracia médica está bien planteada, sin resultar panfletaria, lo que permite que el espectador saque sus propias conclusiones.
En definitiva, Dallas Buyers Club es un drama bien construido que destaca especialmente por sus actuaciones. No revoluciona el género, pero consigue contar una historia potente y realista con el suficiente impacto para dejar huella.
Nota: 8/10