Triángulo interpretativo el de este thriller dirigido por Basil Dearden con una bella y profesional factura inglesa donde a un monstruo de la interpretación como Ralph Richardson en el papel del tullido millonario, se unen uno que pronto lo sería, Sean Connery, que ya había iniciado su participación en la saga de 007, y la salvaje belleza de Gina Lollobrigida, un tanto más comedida en una gran actuación, posiblemente la mejor suya, en esta intriga sobre el asesino del magnate para percibir su herencia.
Destacar también el gran trabajo de los secundarios, entre los que destaca con luz propia Johnny Sekka, en el papel de criado/esclavo del racista ricachón.
Un thriller con sabor añejo, rodado entre el Reino Unido y España, con un estupendo guión y una más que soberbias interpretaciones.
Notable, 7.