Adaptación cinematográfica de la novela homónima de Jesús Carrasco, Benito Zambrano ha dado a luz a un western moderno que impresiona profundamente. Si el reparto es de primera, cautiva la actuación de la joven promesa, Jaime López.
Las infinitas llanuras desérticas del Sur de España son la única posibilidad que contempla el Niño, tras haber huido del cortijo en el que vive, sometido a los deseos del Capataz. En su camino, se cruzará con el cabrero, que actuará con él de padre, ayudándole a asumir una realidad vital que no le toca, que ningún niño debería vivir.
Recomiendo leer previamente la novela, aunque el filme es bastante fiel al relato original, sobre todo en la ausencia de diálogos innecesarios, y en la preponderancia de la relación entre el niño y el cabrero. Lo que más me disgusta es el contexto histórico que se ha añadido (posguerra española), que aparece un poco forzado. Además, parece intencionada la pérdida de casi todas las referencias religiosas de la novela que, nos guste o no, aportan matices importantes a la obra.