Ricky Gervais despliega su humor inteligente en una premisa tan sencilla como poderosa: ¿qué pasaría si nadie pudiera mentir? Aunque la película no exprime todo el potencial de la idea y se vuelve algo simplona hacia el final, tiene momentos muy agudos que invitan a pensar. Entre risas, deja caer críticas sutiles (y no tan sutiles) a la religión, la moral y la sociedad.