Cine negro dentro de una obra intimista, donde vemos dos Affleck, el director, lleno de talento y sensibilidad, y el actor, incapaz de interpretar ante la cámara el más mínimo sentimiento, la más mínima emoción.
Historia de un mafioso que nunca quiso ser mafioso, que amó mucho y perdió siempre, que aprovechó la Ley Seca para enriquecerse y se arruinó cuando se abolió.
Affleck es un extraordinario director, lleno de sensibilidad y capacidad de dirección, pero si le comparamos, en esta misma película, con un par de actores que lo son, como Brendan Gleeson o Chris Cooper, su protagonismo se ensombrece y nos da la razón a todos los que decimos que detrás de las cámaras es un genio, delante de ella poco menos que un patán.
La película se deja ver y nos cuenta una parte de la historia americana, desde la ley Seca hasta el racismo exacerbado, desde un país lleno de dudas que busca su salvación y de ello se aprovechan cientos de predicadores, hasta el orgullo por su bandera y el amor por sus armas, siempre sólo "para protegerse", donde aún perdura el salvaje Oeste aunque esté en el este, en el norte o en el sur.
Interesante,6.