Takashi Miike ha sido capaz de echar por tierra en poco más de una hora el trabajo de Walt Disney. Vista superficialmente, la película parece más un ejercicio de escandalización y degeneración moral gratuita; obviamente, es mucho más que eso. "Visitor Q" es una de las mejores ¿comedias? de los últimos años, sino la mejor. Si gran valor se encuentra en su capacidad de hacer triviales y divertidas las situaciones más escabrosas y teóricamente desagradables por las que puede atravesar una familia en crisis.
El personaje que da nombre a la película es una especie de mesías de la desinhibición, que es el tema central del film. Es muy esclarecedora la frase en que la madre afirma no ser sino "una persona normal". A través de la intervención del misterioso visitante, los miembros de una familia japonesa asumirán sus más ocultos deseos y perversiones, convirtiéndolos en algo cotidiano.
La desestructuración familiar se producía no por la naturaleza de sus actos, sino por el hecho de pretender enterrarlos y avergonzarse de ellos. La felicidad llega cuando comprenden que es necesario dejar atrás sus tabúes y exteriorizan su "lado oscuro". Una verdadera lección de moral, de anti-moral.
Brillante.