Tras algo más de una década de la filmación de "Río Bravo", y como broche final a su prolífica y excelente obra, Howard Hawks cierra su trilogía con "Río Lobo", trilogía a la que también pertenece "El Dorado" para el que lo desconozca.
Epílogo a una brillante carrera con otra magistral película en el ocaso del género, que ya parecía agotado. Genial los títulos de crédito vistos desde la música de una guitarra española, con unos dedos que tañen sus cuerdas que reflejan unas manos gastadas, como la del director y su protagonista, un John Wayne gordo y enfermo del cáncer que acabó con su vida.
Además nos obsequia con un asalto al tren por parte de las tropas sudistas o rebeldes, como eran conocidas, jamás rodado con tanta intensidad y originalidad, y con una nobleza entre ambos bandos pocas veces vista, de la que procede el armazón del guión y el hilo argumental a seguir hasta el final.
Además, Hawks reincide en sus personajes, en su humor corrosivo pero un tanto gastado de tanto reincidir en el mismo, presentándonos nuevos actores sin el poso y la entidad de Mitchum o Dean Martin, aunque recurre a Jack Elam en el papel que magistralmente interpretó ese secundario de verdadero lujo que era Walter Brennan, y con la salvedad y la importancia que en esta despedida les da a las mujeres, con una guapísima y desconocida Jennifer O´Neill a la cabeza.
Gran colofón para una gran trilogía, y antes de ponerle nota tengo que recordar a todos los amantes del género otra película también filmada por Howard Hawks, "Río Rojo", otra más con título fluvial, con la estampida mejor filmada de la historia, eso sí, en blanco y negro, como las cosas valiosas que perduran con el paso del tiempo. Todavía estoy escuchando a Dean Martin cantando la canción de "Río Rojo", acompañado por la armónica de Walter Brennan y con los estribillos y la guitarra del joven Ricky Nelson mientras John Wayne es seducido por los flirteos insinuantes de Angie Dickinson liviana de ropa. Todo un hombre "confortable" el bueno de Wayne.
Sobresaliente, 9. No se la pierdan, y entenderán porque el western bien producido y dirigido fue un verdadero género independiente.