Inherent vice, una traducción más correcta sería vicio propio, que se refiere a lo que se llama en español "vicio oculto", que a su vez hace referencia a las propiedades y características defectuosas (inevitables) de un producto de compraventa que a simple vista no se atienden.
Pues así es Puro vicio, una película llena de situaciones disparatadas, llena de emotividad, ternura, humor crítico y psicodelia, donde todo parece inconexo, confuso. Cualquiera que haya visto la peli tratando de averiguar de manera forzosa los tejemanejes de la trama se habrá desquiciado, y aquel que simplemente se haya dejado llevar sin atender a la excesiva densidad de esta, habrá disfrutado de un producto con personalidad. Y es que en Puro vicio todo lo que en principio debería interesar para contar una historia, una coherencia narrativa que nos explique o al menos nos muestre o nos de pistas de lo que está pasando, está oculto, no es importante, es un defecto de forma intencionado, inevitable para transmitir el desasosiego y confusión constantes de un personaje peculiar para el cual, las drogas le sirven de prisma desde el que mirar hacia lo que podría ser un caso de drogas y secuestro o una paranoia hippie.