Spike Lee nos deja una pequeña obra de arte, pequeña pero muy apreciable. Arropado en un extraordinario guión, y contando con un elenco de actores que no defraudan en ningún caso, va desgranando la historia y los detalles, aderezándolo, como un gran plato, con esencia de ingredientes en base a intercalar interrogatorios a la trama, buscando a los autores fantasmales de un robo que nunca existió, al menos como tal no se denunció por el director del banco, aunque fluyan otros delitos como lesiones, secuestro e incluso detención ilegal.
Dejando el trasfondo moralista con su constante crítica a la sociedad, Spike Lee deja una moraleja a su fábula sobre las raíces del capitalismo insano. Tampoco le irá mal al director. Se aproxima mucho a una obra maestra.